Conocí
al sub-comandante Marcos,
mano con mano.
Puedo dibujarlo
o describirlo
de la siguiente manera:
Anda semi-desnudo.
Únicamente viste un par de botas
y evidentemente una mascara.
Calza en un pie
la honestidad,
en el otro calza
la humildad;
dos botas viejas
pero
indiscutiblemente humanas.
Ahora
lo recuerdo muy cerca,
en un cerrado close-up
y como el mejor
de los actores
que haya existido,
le descubro
que solamente
usa la mascara
para desenmascararnos
a nosotros.