WILLIAM SHAKESPEARE
(fragmento)
Lady Capuleto-Sed breve, ¿aceptaréis el amor de Paris?
Julieta-Veré de amarle si para amar vale el ver; pero no dejaré tomar más vuelo a mi inclinación que el que le preste vuestra voluntad.
Cuando le hablan del matrimonio, lo ve como un amor que ha de llegar a su vida para honrarla pero sin saber exactamente de qué se trata:
Lady Capuleto-A punto; el matrimonio es precisamente el particular de que venía a tratar. Dime, Julieta, hija mía, ¿en qué disposición te sientes para el matrimonio?
Julieta-Es un honor en el que no he pensado.
Julieta no sabe aún lo que es el amor pero está ansiosa por conocerlo, sin saber que Romeo, desde que la descubre en la fiesta, queda prendado de su amor, y a partir de este momento no existe ser más sublime que ella.
Romeo-(Al ver a Julieta en el baile.) ¡Oh! Para brillar, las antorchas toman ejemplo de su belleza; se destaca de la frente de la noche, cual el brillante de la negra oreja de un etiope. ¡Belleza demasiado valiosa para ser adquirida, demasiado exquisita para la tierra! Como blanca paloma en medio de una bandada de cuervos, así aparece esa joven entre sus compañeras. Cuando pare la orquesta estaré al tanto del asiento que toma y dare a mi ruda mano la dicha de tocar la suya. ¿Ha amado antes de ahora mi corazón? No, juradlo, ojos míos; pues nunca hasta esta noche, visteis la belleza verdadera.
El amor que comienza a sentir Romeo ante la sola presencia de Julieta lo lleva a tal grado de religiosidad que todo lo que ella trae puesto le parece divino; tocarla le parece profano:
Romeo-(Acercándose a Julieta.) Si mi indigna mano profana con su contacto este divino relicario, he aquí la dulce expiación: ruborosos peregrinos, mis labios se hallan prontos a borrar con un tierno beso la ruda impresión causada.
Julieta-Buen peregrino, sois harto injusto con vuestra mano, que en lo hecho muestra respetuosa devoción; pues las santas tienen manos que tocan las del piadoso viajero y esta unión de palma con palma constituye un palmario y sacrosanto beso.
Lady Capuleto-Sed breve, ¿aceptaréis el amor de Paris?
Julieta-Veré de amarle si para amar vale el ver; pero no dejaré tomar más vuelo a mi inclinación que el que le preste vuestra voluntad.
Cuando le hablan del matrimonio, lo ve como un amor que ha de llegar a su vida para honrarla pero sin saber exactamente de qué se trata:
Lady Capuleto-A punto; el matrimonio es precisamente el particular de que venía a tratar. Dime, Julieta, hija mía, ¿en qué disposición te sientes para el matrimonio?
Julieta-Es un honor en el que no he pensado.
Julieta no sabe aún lo que es el amor pero está ansiosa por conocerlo, sin saber que Romeo, desde que la descubre en la fiesta, queda prendado de su amor, y a partir de este momento no existe ser más sublime que ella.
Romeo-(Al ver a Julieta en el baile.) ¡Oh! Para brillar, las antorchas toman ejemplo de su belleza; se destaca de la frente de la noche, cual el brillante de la negra oreja de un etiope. ¡Belleza demasiado valiosa para ser adquirida, demasiado exquisita para la tierra! Como blanca paloma en medio de una bandada de cuervos, así aparece esa joven entre sus compañeras. Cuando pare la orquesta estaré al tanto del asiento que toma y dare a mi ruda mano la dicha de tocar la suya. ¿Ha amado antes de ahora mi corazón? No, juradlo, ojos míos; pues nunca hasta esta noche, visteis la belleza verdadera.
El amor que comienza a sentir Romeo ante la sola presencia de Julieta lo lleva a tal grado de religiosidad que todo lo que ella trae puesto le parece divino; tocarla le parece profano:
Romeo-(Acercándose a Julieta.) Si mi indigna mano profana con su contacto este divino relicario, he aquí la dulce expiación: ruborosos peregrinos, mis labios se hallan prontos a borrar con un tierno beso la ruda impresión causada.
Julieta-Buen peregrino, sois harto injusto con vuestra mano, que en lo hecho muestra respetuosa devoción; pues las santas tienen manos que tocan las del piadoso viajero y esta unión de palma con palma constituye un palmario y sacrosanto beso.