La cientificción, la ficción especulativa, la fantaciencia, o bien, la mal llamada ciencia-ficción (según Harlam Ellison), es un género que se sostiene de tramas transgresoras de la razón tal como: Mundos imaginarios, mundos paralelos, viajes en el espacio, viajes en el tiempo o alteraciones del espacio-tiempo, invasiones extraterrestres, utopías, distopías, tele transportación, paradojas y muchos etc; Pero, siempre partiendo de ideas científicas, generalmente tratadas libremente y sin prejuicios, con la intención de crear situaciones provocativas. Entonces, ¿Cuál es la línea que separa a la fantasía de la ciencia-ficción? ¿Qué diferencia hay entre el golem y el monstruo de Frankenstein? ¿Qué diferencia existe entre King-Kong y Godzilla? O ¿Entre un mago y un científico? Aunque el tercer ejemplo parece obvio, los anteriores también lo son; Dentro de lo fantástico, siendo del dominio de lo imaginario puro, todo puede ocurrir, el punto de trasgresión hacia la realidad preestablecida es rotunda. Tanto el golem, como King-Kong y el mago son imposiciones dadas en la lectura o en la pantalla donde el espectador no puede dar una explicación racional a lo que observa y no tiene otra opción más que aceptarlo como algo sobrenatural. La ciencia- ficción no es tan tibia, porque, intenta explicar o dar una causa a dicha transgresión racional, el monstruo de Frankenstein es un experimento genético-científico, Godzilla es resultado de una evolución atómica; ya lo sé, esto suena aun más absurdo, pero por algo se empieza, la ciencia-ficción se fue puliendo a tal grado que alcanzó con sus propuestas, verdades posibles, inquietantes y hasta temibles. Les regalo tres ejemplos: “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury, “Visiones peligrosas” de Harlam Ellison, y “Contacto” de Carl Sagan.
El género cinematográfico de la ciencia-ficción ha logrado colocar en el inconsciente mundial infinidad de películas, adoradas muchas por su calidad o por su propuesta seudo-científica.
-“Metrópolis” (1927), dirigida por Fritz Lang,
-“Ultimátum a la tierra” (1951), dirigida por Robert Wise,
-“La guerra de los mundos” (1953), dirigida por Byron Haskin,
-“20,000 leguas de viaje submarino” (1954), dirigida por Richard Fleischer para Walt Disney,
-“Planeta prohibido” (1956), un clásico dirigido por Fred Mc Leod,
-“La mosca” (1958), dirigida por Kurt Newmann,
-“La maquina del tiempo” (1960), dirigida por George W. Davis,
-“El planeta de los simios” (1967), dirigida por Franklin J. Schaffner.
Todas y cada una de ellas tratando un tema diferente, tales como viajes espaciales, planteando tal vez el significado de la vida, la existencia o no-existencia de un ser supremo.
Pero, de repente llegó una película que abordo todos estos temas al mismo tiempo y no sólo eso, también los planteo a un nivel más intelectual que melodramático, amen del vertiginoso uso de los efectos especiales. Me refiero a la cumbre de la ciencia-ficción en el cine, “2001, Odisea del espacio” (1968), dirigida por un director nacido en Nueva York, en el Bronx, judío, amante del ajedrez y de la fotografía, un hombre que por su “mediocridad intelectual” fue rechazado de los estudios universitarios y tuvo entonces que dedicarse al cine; Stanley Kubrick.
2001, Odisea del espacio, es una película extraña, cautivadora, pero sobre todo difícil. Stanley Kubrick vivió obsesionado con el proyecto durante varios años. Después de su última película “Dr. Insólito” (1963), el director quedó muy interesado de los asuntos relacionados con la carrera espacial. Buscó contacto con Arthur C. Clarke (novelista, astrónomo, físico y matemático), para proponerle un trabajo de guión en conjunto, con la intención de crear una posible película. A partir de un relato corto de Clarke, titulado “El centinela”, Kubrick y el escritor trabajaron por ocho meses sin descanso hasta conseguir el guión de la odisea espacial. Para el rodaje de la película y en un afán de perfeccionismo, Kubrick implicó en el proyecto a ingenieros de la NASA, a técnicos de IBM, y hasta controladores de vuelo de la desaparecida compañía aérea PANAM.
“2001, Odisea del espacio”, se estreno en abril de 1968, siendo probablemente la película más polémica de la historia del cine. Hoy en día nadie se atreve a negar la calidad del filme, sabemos que se trata de una pieza capital dentro de la cinematografía universal y puntualizamos sus virtudes genéricas y argumentativas, aunque, muchas veces no sepamos ni porque lo decimos, aceptémoslo, sólo reproducimos, al hablar de esta obra, lo que leímos en alguna revista especializada. Pero ¿Qué pensaron los críticos, el año en que se proyecto la película por primera vez? Los intelectuales afirmaron que se trataba de una obra grandilocuente, premiosa, hermética y sobre-valorada; una película de puras patrañadas. Woody Allen cuenta en una entrevista; “Cuando vi por primera vez, 2001, no me gusto, me decepciono mucho…” ¿Por qué causó esta mala impresión? Vuelvo a repetirlo, 2001, odisea del espacio, es una película sumamente difícil de seguir, tantas escenas en cierto modo inconexas y sobre todo subjetivas, acaban por cansar. En lo personal, me llevó mucho tiempo digerir esta propuesta cinematográfica, los primeros acercamientos que tuve con la odisea de Kubrick se tornaron infructuosos, siempre me aburría y la abandonaba antes del final; sólo mi orgullo y la fama que le precedía a la obra me obligaban volver a ella, un día por fin la vi completa y poco después sucedió el milagro, me atrapó. Otra vez Woody Allen; “…meses después, al verla por tercera vez (la película), me di cuenta que era realmente sensacional.”
¿Qué es el arte? Aparte de todas las acepciones que nos brinda el diccionario, de esta palabra (puede buscarlas usted mismo), yo creo que la obra de arte, no importa en que género, representa el mensaje que el artista le expresa al observador o interlocutor, por así llamarlo. La pintura, la escultura, o bien, un poema, todos contienen un mensaje, tienen un significado implícito, el trabajo del artista fue crearlo, mientras, que el trabajo del observador es descifrarlo. Dicho arte tiene que ser agudo, ya que su calidad reside en el sentimiento que nos provoca. Cuando leemos un cuento, su mensaje nos tiene que mover; si nos irrita, si nos alegra, si nos indigna, quiere decir que funciona, pero, si al terminarlo sólo podemos exclamar, ¡Bueno, esta bien! O somos insensibles a su mensaje, quiere decir que algo falló en la comunicación, o no entendimos lo que nos dijo, por incultura, o por distracción, o bien, el artista al no saber decir las cosas, no se da cuenta que al decirlo no comunica nada. ¿Cuál es el caso de 2001, odisea del espacio? ¿De verdad es una película hermética? O ¿Simplemente, todavía no estamos a la estatura cultural de una verdadera obra de arte?
Por ahora digamos que la obra no tiene la culpa, mejor culpemos a los interlocutores, tanto Kubrick artista, como, nosotros espectadores del arte, tenemos nuestros pecados. Entre un megalómano y una bola de flojos apáticos nunca habrá comunicación. Como espectadores del arte, no debemos, permitir que ese dialogo visual sea pasivo. Por ejemplo, cuando vemos una película no debemos fijarnos solamente en lo que dice la trama, también, hay que preguntarnos que nos quiere decir en el fondo de su acción, como diría Aristóteles ¿Cuál es su causa final? Tenemos que permitir que entre el filme y el cinéfilo se dé la comunicación, pero no, desinteresadamente, a la obra no hay que creerle lo que nos dice, hay que cuestionarla ¿Por qué nos dice, lo que nos dice?
El buen artista (casi) siempre sabe lo que hace y cuanto le cuesta llevar a buen fin su obra. Sabe a lo que se enfrenta, intuye de donde puede partir; de una idea oscura u obsesiva, de un recuerdo, o porque no, del mero deseo, sabe que el problema de su mensaje se resuelve trabajando en la obra, interrogando su materia de trabajo y así mismo aceptando las propias leyes que esta le impone, todo esto se convierte en una carga emocional que viaja implícita dentro del dialogo, escondida sutilmente dentro de su mensaje intertextual. Por lo tanto, la obra de arte es un mensaje cifrado, que en cierto modo no tiene un solo destino y nosotros, si nos interesa saber que dice, primero la tenemos que descifrar.
La polémica que se cierne sobre 2001, odiseas del espacio, se refiere al significado del argumento, cuya infructuosa búsqueda ha desesperado a innumerables espectadores. Es lógico, parece ser que la película de Kubrick no ofrece ninguna explicación, estas tan sólo se pueden deducir. Esto crea un arco iris de interpretaciones. Aun así, todo esto no es motivo para calificar a la película de mala (alguien diría que tampoco de buena), de cualquier forma no vamos a discutir la calidad de 2001, con respecto a otras, solo la vamos a analizar. Como el filme se torna por completo subjetivo y obviamente esto genera una infinita complejidad; apoyados por el libro del mismo nombre, escrito por Arthur C. Clarke, le daremos un sentido más táctil, para comprender un poco las imágenes.
El guión que escribieron Kubrick y Clarke originalmente fue titulado “Journey beyond the stars” (viaje mas allá de las estrellas). El director, al comparar este escrito con la Odisea de Homero, declaró: <
La Odisea espacial, ¡Claro que no es una película hermética! Al terminar de verla siempre me deja con varias impresiones, por ejemplo: abre una interrogante sobre el origen y la naturaleza de la inteligencia; encierra una reflexión sobre el modesto lugar de la humanidad ante el inabarcable universo o sobre nuestra continua evolución espiritual; y básicamente nos intenta responder las tres preguntas que conforman toda ontología filosófica. ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? Y ¿Hacia dónde voy?
Primera parte – Dan of the man
Todo comienza al ritmo de “Así habló Zaratustra” una composición sostenida por tan sólo tres notas, también conocida como “El enigma del universo” una poesía sonora creada por Richard Strauss. Aparece la acción en la soledad esteparia, casi desértica del África; la cuna de la humanidad, más bien, del hombre. Es en esa escenografía prehistórica donde aparece el hombre-mono, el austrolopitecus, llamado así por el primer ejemplar que fue encontrado en el África austral (polo sur), el hombre en estado bruto, un ser primeramente herbívoro y necesitado de pelear el poco alimento con los otros animales, además, de vivir por debajo de la cadena alimenticia, con la inteligencia suficiente para una organización primaria, en una sociedad también prehistórica de clanes y sumamente territorial. A estas alturas de la película, casi al inicio, comienza la labor pedagógica y filosófica del asunto, en toda la trama, se van creando muchas preguntas, pero, también se nos van a ofrecer muchas respuestas ¿Respuestas a qué? Eso es lo entretenido, a muchas preguntas que nunca nos hemos hecho. Esta parte del filme nos responde, sin pena, a la primera pregunta ontológica que se gesta en todo ser que se precie de ser, humano. ¿De dónde vengo? Con la teoría evolucionista de Darwin encontramos la solución. Charles Darwin convulsionó a la comunidad científica de su tiempo (y aun todavía a la comunidad social nuestra), al desacralizar el origen del hombre, sentando las bases de la teoría evolucionista en su famosa obra “El origen de las especies”, en donde afirma rotundamente que nosotros (los hombres) descendemos directamente del mono. ¡Horror! Descenderá él (dirán muchos) y Stanley Kubrick y todos los que le crean; esta solución a la famosa pregunta “del origen” es un tanto impositiva, pero, cualquier respuesta lo sería. Sin embargo, nos damos cuenta de la paradoja que nos crea esta postura, si somos hijos del mono y a la vez dios es nuestro padre, ¿Quién es Dios? ¿Un mono?
Olvidando éste intrincado sofisma, habría que advertir que ya es hora de alcanzar cierta madures ideológica, no hay que cerrar los sentidos y respondámonos la pregunta “del origen”, pero no, con una respuesta mágica, divina, y hueca. ¿Quién es Dios, para Stanley Kubrick? <
Parece ser que el curioso monolito representa una fuerza cósmica, lo que no queda claro es lo siguiente, ¿Cuál es la función de esa imagen? ¿Nos entrega el conocimiento o sólo está presente para presenciar los pasos evolutivos del hombre? ¿Es una especie de premio a nuestro esfuerzo intelectual o es un chivo expiatorio que va lanzando un registro hacía una entidad espacial dando noticias de nuestros avances tecnológicos? Los austrolopitecus al vivir la experiencia del monolito, quedan tocados por una especie de dedo divino, poco después del suceso descubren la herramienta, por demás rudimentaria, pero al fin y al cabo una herramienta, que rápidamente funge como un arma. Un instrumento que les descubre la cacería y gracias a esto ya no compiten con los demás animales por comida, porque son estos los que representan desde ahora su alimento, el hombre mono acaba de subir muchos eslabones en la cadena alimenticia, se transformó al fin en un animal depredador, aprendió a someter al reino animal, ahora, por qué no, hay que someter al vecino, al enemigo o al que tenga lo que yo quiero, al fin que “saber es poder”. El simio ya tiene el dominio técnico del mundo y las circunstancias le llevan a utilizar ese conocimiento contra otro simio al cual mata. Todo progreso de la especie, nos advierte Kubrick, esta ligado a la satisfacción de los instintos. ¿Eso es conocimiento?
Al observar esta primera parte de la película, notamos esa fuerte influencia del filosofo Friedrich Nietzsche sobre el director Stanley Kubrick, influencia rotunda que camina por toda la trama de 2001; Todas las imágenes de esta parte del filme nos remiten directamente a la obra del filosofo, “La gaya ciencia”, en él capitulo tercero, versículo ciento diez, que habla del origen del conocimiento; Yo los invito a que lo cotejen y decidan cual se parece mas a la otra. Como respuesta a la ultima pregunta que nos elabora él filosofo alemán dice: “La fuerza del conocimiento no radica en su grado de verdad (o justicia) sino en su antigüedad, (en) su incorporación, (en) su carácter como condición de vida”. El director americano nos dice con imágenes, lo que Nietzsche nos aclara con palabras, “El conocimiento se convirtió en una parte de la vida y como tal parte de la vida, en una potencia cada vez mayor, hasta que al fin, el conocimiento y aquel antiguo error fundamental (el instinto) llegaron a chocar mutuamente, pues ambos reunidos formaban la vida, ambos compartían el poder y ambos residían en un mismo hombre”. En ese momento inició nuestra propia odisea intelectual.
Segunda parte – From the earth to the moon.
Históricamente ya sabemos que pasó con el austrolopitecus erectus. Espero que si, porque la segunda parte de la película arranca en el futuro, que paradójicamente, para nosotros ya es pasado. Pero pensemos por un momento que ese hipotético 2001 aun no ha llegado o imaginemos que es en el año 2100, todo esto con el afán de contextualizar las imágenes futuristas que “sí” representan en nuestra mente un porvenir. Bien, nos damos cuenta de ese salto cuántico en la historia del hombre, estábamos observando los balbuceos tecnológicos del simio y de repente nos encontramos inmersos en un viaje espacial. ¿Qué paso? Pues sucede que nos han puesto en un lugar privilegiado, el de la omnisciencia; esa es la verdadera magia del cine, que así como se encarga de ilustrarnos y explicarnos cosas que ya no podemos ver, también intenta mostrarnos cosas que aun no podemos ver, o peor, que ya no podremos ver.
El simio ahora convertido en hombre, ha evolucionado gracias a las herramientas, a la maduración del intelecto y al avance de la tecnología. En esta parte de la película nos respondemos a la pregunta ¿Quién soy? Claro que esta cuestión goza de diferentes respuestas, no sólo, cada cual tiene la suya, sino, además, todas sufrirán una infinita variable según el momento histórico que se vive. En este caso en particular, se propone que la cibernética y las maquinas nos han sustituido en casi todo, en las labores físicas e intelectuales, por lo tanto, nos han deshumanizado, el hombre ha creado al sustituto perfecto del hombre en la cadena evolutiva. David M. Rorvik nos lo explica de la siguiente manera, en su libro “Cuando el hombre se convirtió en maquina”. (as man becomes machine) <
Ya de pasada Stanley Kubrick nos muestra con unas imágenes, que me imagino, en su tiempo fueron increíbles, al hombre fuera de su hábitat común, paseándose por el espacio. El ser humano salió del planeta, pero nos damos cuenta que a un costo muy caro, a costa de su vida, la relatividad del tiempo esta en nuestra contra. Los viajes se tornan lentos y aburridos, pero no sólo nos lo dice, nos hace sufrirlos, al grado que contrasta la visión futurista con nuestra realidad tecnológica. El hombre se pasea de la tierra a la luna como si de cualquier cosa se tratara, y es aquí, en el satélite natural, donde se vuelve a hacer evidente el monolito. ¿Qué hace aquí el centinela? Aún seguimos con la duda, no sabemos que es, solamente se aclara que fue enterrado deliberadamente y que fue hace cuatro millones de años. Curiosamente el mismo tiempo que tiene desde que se le vio por última vez en la tierra. ¿Acaso estuvo pacientemente esperando el salto del simio a la luna? O ¿Es una especie de alarma que avisa la llegada del hombre, mandando la señal hacia Júpiter?
Tercera parte – Júpiter mission
Otro ejemplo claro acerca del hombre mecanizado lo encontramos aquí, es el caso de HAL, el protagonista de esta parte de la película. HAL es la supercomputadora responsable del funcionamiento de la nave “Discovery I”; Es lo último en inteligencia artificial, capaz de reproducir las funciones del cerebro humano con mucha más rapidez. Es un robot al que se le han impuesto dos programas contradictorios: No mentir, a los tripulantes de la nave y no revelarles el sentido secreto de la misión espacial. Este conflicto cristaliza en un proceso de estrés informático, obligando a HAL a entrar irremediablemente en una lucha contra el hombre. Su antagonista principal David Bowman, el único que sobrevive de todos los tripulantes a la angustia asesina de HAL, representa al humano abstracto, es el hombre tal y como lo vio Nietzsche, como medio y no como fin. <
HAL 9000, es una maquina que se revela contra su misión, presa de la angustia y del miedo a la muerte. Está deseosa de servir pero a la vez quiere dominar, es incapaz de vivir con un conflicto entre lo que es verdad y lo que es mentira. Toda la misión esta en sus manos pero sufre la desventaja de que al ser una maquina, no tiene disculpa para fallar; La maquina es la encargada de controlar el viaje a Júpiter y al mismo tiempo es ella la única en conocer el objetivo fijado por el hombre mismo. Al parecer la supercomputadora se ha equivocado, ha hecho un mal cálculo, ahora espera lo peor, comienza el desorden y en un acto sicótico comienza a vengarse de los que desconfían de ella, hundiéndose en una locura criminal. David Bowman en un intento desesperado de proteger su vida, sentencia a muerte al pobre de HAL; el hombre entra al centro lógico de memoria de la maquina para ejecutarle una lobotomía, esta es una de las secuencias más sobrecogedoras de la obra de Kubrick, donde HAL suplica <
HAL vuelve a demostrar ese doble filo del conocimiento, aunque, ahora comprendimos que las maquinas no se equivocan, lo que en verdad tiene un gran margen de error es la lógica humana (se torna limitada). El hombre se encuentra solo, la maquina ya no le sirve, superó el estado animal por medio de la tecnología y alcanzara el estado de superhombre liberándose de esta misma tecnología.
Cuarta parte – Júpiter and beyond the infinite
Nuevamente aparece el centinela y nos invita una vez mas a dar ese gigante paso a lo desconocido, esta vez, hacía el infinito. Desde una nueva postura y con un intelecto más amplio, al fin estamos preparados para percibir la cuarta dimensión; El monolito aparece sólo para advertir un paso más en la evolución del hombre, tal vez el último, ahora como preludio del nacimiento del superhombre. El titulo que lleva la primera parte de la película, “el amanecer del hombre” es valido para cada uno de los capítulos de la obra. El feto astral, que al final de la película simula un planeta más, vagando por el espacio es el nuevo ser en el umbral que simboliza un alba nueva, es la expresión del eterno retorno. Definitivamente esta parte nos intenta contestar nuestra última pregunta. ¿Hacía dónde vamos? ¿A la génesis del superhombre o hacía la fusión del hombre con el organismo total del universo? ¡Claro! Hacía un nuevo comienzo. Pero ¿Qué diablos es el eterno retorno? Y ¿Quién es el superhombre?
2001, odisea del espacio, es un periplo ante todo lógico, antes que sicológico, nos muestra el nacimiento del hombre (humanidad), su madures y su muerte, ¿Para qué? Solo para observar el renacer, para presenciar su retorno divino, dándonos a creer o a pensar tal vez, que se trata de un periplo que Dios ya cumplió y por lo tanto que alguien cumplió antes que él, ¿Sufrimos esa odisea como humanos, para ser dioses de una nueva generación?
La muerte del hombre es la puerta hacía un nuevo principio; los ojos inmensos del feto astral representan la misma mirada angustiada del simio “moonwatcher” al inicio de la película. Esto es el famoso eterno retorno. Pero vamos por partes, Borges en su libro “Historia de la eternidad”, ya nos advertía, <
El conocimiento de esta posibilidad de retorno tiene la intención de conmovernos y de transformarnos, es una especie de paso hacía la superación, hacía la incorporación del hombre con el organismo total del universo. Para dirigirse hacía el más allá de “mí” y de “ti”, ¡Tenemos que sentir cósmicamente! Aunque, pareciera esta una postura mística o panteísta ¡No lo es! Al menos no es así la postura nihilista, para Nietzsche sentir cósmicamente sin duda significa tomar contacto con lo monstruoso que nos envuelve. Cuando él escribe que hay que dejarse poseer por las cosas, se refiere realmente a las cosas, a las frías y completamente muertas; No se ha liberado de un Dios protector para arrastrarse de nuevo y con adulación al seno maternal del todo semejante a Dios. <
Zaratustra habla en representación de Nietzsche y de Kubrick cuando dice que el hombre, tal como se da ahora, ha salido del mono y que todavía hay en él demasiados elementos del mono por su excesiva comodidad (liviandad), con una fuerte tendencia a volver al reino de los animales irracionales; El hombre es un ser en transición. Todavía se mueve entre el simio, del que procede y el superhombre, en el cual, quizá llegará a convertirse a través de su desarrollo. Nietzsche a través de su libro “Así hablo Zaratustra” y Stanley Kubrick por medio de su película “2001, odisea espacial” nos comparten la doctrina del eterno retorno de lo mismo. En ambas obras aparece con claridad cuál es la significación peculiar del superhombre; a saber, es el hombre que ha madurado para captar y soportar lo monstruoso de esta doctrina (la del eterno retorno), el superhombre es el hombre que no se rompe ante tal propuesta, que utilizando la expresión de Nietzsche, puede “incorporársela”.
Al igual que Michel Ciment, definimos, ya por último, a esta película, como un drama edípico; en donde el monolito, no sería sólo el símbolo de Dios, sino la autoridad en general, el padre que como niños soñamos con asesinar para ocupar su lugar. El hombre viejo muere y el feto astral le sucede, como en las sociedades primitivas donde el rey debe ser asesinado para que su sucesor ocupe su trono. ¡El hombre ha de morir! ¡Para que viva el superhombre.
Víctor Klux.