Revista Cultural.

EDITORIAL.

Hola.
Volvimos, al fin y con un nuevo número de la litera-dura.
Este mes vamos a abordar el tema de la importancia de la comunicación. Les mandamos un saludo desde este espacio a todos los profesores y por supuesto les deseamos un ciclo escolar de excelencia a todos los estudiantes que forman y conforman este foro.

Tú hablas una lengua, en este caso el español, sin embargo, muchas veces te cuesta trabajo decir lo que quieres, lo que piensas o lo que sientes.
¿Por qué?
a) ¿No encuentras como expresarlo?
b) ¿Te equivocas continuamente cuando lo intentas?
c) ¿Tartamudeas?
d) ¿Se te enredan las palabras?
e) ¿No te entienden los demás?
f) ¿Te asaltan los nervios?
g) Te asaltan tantas ideas que por principio ¿no sabes cómo proyectarlas?

Cuando lees, tampoco captas con facilidad el mensaje escrito.
¿Por qué?
a) ¿Te aterra leer en voz alta?
b) ¿Temes no pronunciar bien ni dar la entonación adecuada?
c) ¿Se te confunden los vocablos?
d) ¿Te encierras en la lectura silenciosa para poder comprenderla?
e) ¿Sientes inseguridad?
f) ¿Se te dificulta a la vista?

Y que tal cuando tienes que escribir…
a) ¿Qué hacer?
b) ¿Qué decir?
c) ¿Cómo resolverlo?
d) ¿Dónde?
e) ¿Cuándo?
f) ¿Quién lo va a leer?
Y es evidente que tú mismo intuyes ¿El por qué? Y ¿El para qué? De la escritura.

En este espacio vamos a procurar guiarte y a crear un breve espacio de estrecha comunicación por que no existe una forma más competente de aprender a expresarte, sino, a través de un foro de expresión. Entonces, entre tu voz interior y la voz ajena se va a desarrollar completamente esta revista cultural. Cada ser humano tiene una capacidad de significación latente, sea lingüística en particular o semiótica en general; esto es, una aptitud dormida o adormecida para comunicarse y realizar cosas con las palabras. Despertémosla. Usémosla en todas sus funciones y en el mayor número de sus productos. Sólo así seremos más competentes en la realización de los diversos actos de habla y objetos-lenguaje que requiere la sociedad donde nos desenvolvemos como seres humanos.

Le tengo rabia al silencio
Por lo mucho que perdí
Que no se quede callado
Quien quiera ser feliz.
Atahualpa Yupanqui.




Atte. Andrés Galván.

lunes, 3 de agosto de 2009

LA MUJER EN LA CIENCIA FICCIÓN.*


¿Cómo ha sido vista?

Al igual que en todos los campos de la cultura, es el hom­bre quien ha participado en escribir este tipo de literatura; además, en el período que muchos conocen con el nombre de "Época de Oro", que va desde 1930 hasta 1960, décadas en las cuales proliferaron en los Estados Unidos las revistas de este género, se consideraba que los lectores eran varones, funda­mentalmente adolescentes y, por lo tanto, sus intereses no es­taban centrados en historias sentimentales, de amor, sino en aventuras heroicas.
El personaje central era siempre un hombre, y las mujeres, cuando aparecían, lo hacían para satisfacer varias necesida­des; en primer lugar, resultaban muy útiles para ser rescata­das, jugando así una parte central, aunque totalmente pasiva en la trama. En este caso, podría haberse sustituido la figura de la mujer por la de un anillo o un elefante; sin embargo, era más útil la mujer porque así se podía comprobar la hombría del personaje, el cual, siendo muy rudo y poco sentimental, era sin duda heterosexual.
La mujer también servía para que el personaje masculino le explicara cosas; así, indirectamente, el escritor estaba expli­cándoselas al lector y tenía la garantía de que su público de varones adolescentes las entendería, pues, como quedaba constatado dentro del texto, hasta una simple mujer podía en­tenderlas.
También podían ser princesas malvadas, seductoras y temi­bles, las cuales terminaban por doblegarse ante el héroe, que era todo un domador de hembras rejegas. O chiquillas mari­machos que, al entrar en contacto con el héroe, se transforma­ban en virginales amas de casa en potencia.
Sin embargo, ya para los años sesenta, las mujeres empe­zaron a resolver enigmas usando la intuición femenina desde el cuartel general de sus cocinas.


Su participación.

Mucha gente considera que la primera verdadera obra de ciencia ficción fue escrita por una mujer, Mary Shelley, en 1818, pues en ésta hay una conciencia de que se están usando los avances de la ciencia para transformar los actos y la ética humana. Lo que se enjuicia en Frankenstein es el origen divi­no de la vida, frente al funcionamiento eléctrico de las neuro­nas descubierto por Luigi Galvani.
Sin embargo, por muy cierto que pueda ser que Mary She­lley fuera una pionera, el género estuvo dominado por los va­rones hasta la década de 1960.
En la actualidad, las cosas han cambiado. No sólo en lo re­ferente a la literatura, sino en todos los campos de la cultura. Me han platicado que en Europa, a partir de la década inicia­da en 1990, se empezaron a otorgar puestos ejecutivos a las mujeres porque son en general más cuidadosas y minuciosas, mientras que se descubrió que los hombres, debido a nuestra superioridad muscular, somos excelentes para cargar cajas.
Las mujeres ya han obtenido más de sesenta premios Hu­go y Nébula. La lista de nombres es enorme; sólo como mues­tra, por demás incompleta, mencionaremos a Cele Goldsmith, la cual fue editora de la revista Amazing Stories desde 1958 a 1965, Leigh Brackett, C. L. Moore, Andre Norton, Judith Merril, Marión Zimmer Bradley, Úrsula K. Leguin, C. J. Cherryh, Anne Mccafrey, Tanith Lee, Connie Willis, Nancy Kress y un largo etcétera, tan meritorias como las anteriores.
En México, el concurso Puebla fue producto de la propues­ta hecha por una mujer: Celine Armenia. Es a ella a quien en gran medida debemos mucha de la organización que se ha te­nido en México.


Jorge Cubría.**

* Texto tomado del libro "Ginecoides".
Es un fragmento del prólogo escrito por su mismo autor.
**Jorge Cubría es Mexicano, aunque él se empeña
en negarlo, tambien es autor de "Venus en blue jeans" y
"La Navidad". Ambos editados por EDAMEX.

CUENTO.



ENAMORADOS DE SU BRILLO
Las pantallas, dentro de la nave, marcaban ciento setenta y cinco horas venusinas de vuelo, los extraterrestres comenzaban a cansarse del viaje y no llevaban ni la mitad de su camino recorrido.
-~Zoniq, ¿Cuánto nos falta para llegar a nuestro destino?
-~Parece ser que todavía faltan setenta y nueve randas.
-~¿Qué? Maldita porquería tan lenta, eso quiere decir que estamos a un randa de llegar al planeta azul.
-~Asi es Mixplik.
-Que te parece y nos detenemos en ese lugar, para descansar un rato de esta nave.
-~Pero eso nos va a retrasar en el viaje.
- ¡Bah! Eso no importa.
La nave entró en la atmósfera terrestre, rápida y silenciosamente, esta se estacionó un momento encima del frío viento de la madrugada, mientras los extraterrestres decidían en donde aterrizar. Hacía el norte todo parecía infinitamente oscuro y desolado, hacia el sur se lograba distinguir un pequeño pueblo iluminado por líneas de luces y anuncios de neón, esto último les pareció muy atractivo y definitivamente decidieron ir hacia las luces.
A esas horas de la madrugada las calles se encontraban completamente vacías, todas las luces de las casas aparentemente iguales estaban apagadas, lo único que deambulaba por los jardines frontales de todo el pueblo eran, el silenció y el viento helado que seguía de cerca a los extraterrestres, quienes decidieron estacionar su nave, sobre un tejado con caída a dos aguas, él cual crujió al sostener el peso del pequeño astro/transporte. Bajaron de su nave y caminaron sobre la tejas sin sentir una pizca de frío, llegaron a la orilla y, ahí mismo se sentaron para observar el panorama.
-~0ye Mixplik, que raro es este planeta.
-~¿Por qué Zoniq? ¿A qué te refieres?
-"Porque mira cuantas casas hay y no se para que están, si aquí no hay nadie.
-~Muy buena observación Zoniq, pero a lo mejor todos emigraron de la oscuridad.
-~¡Y! ¿Regresarán hasta que vuelva la luz del sol?
-~Yo creo que sí, dentro de miles de horas.
-~Que lástima Mixplik, quería conocer a los seres de este planeta, me han dicho que son muy coloridos.
-~Nada que ver con nosotros-, ya me los imagino, se han de ver fatales con tantos colores encima.
Mixplik platicaba con su compañero, él sentado a la orilla del tejado, a veces observando las estrellas y otras veces la soledad de ese lugar, mientras Zoniq su amigo se paseaba por todo el techo, caminaba y pateaba basuras que se le atravesaban, se dio cuenta que se dirigía a la parte trasera de esa casa, desde donde se veía a su vez, la parte trasera de otras.
-"¡Mixplik! No vas a creer lo que estoy viendo, ven... ¡ES BELLÍSIMA!"
Mixplik se incorporó y corrió hacía su compañero al darse cuenta de lo que Zoniq había descubierto abrió tanto los ojos que parecían dos platos incrustados en su faz.
-"¡Guau! En verdad es muy bella."
Ninguno de los dos mentía, entre toda esa fila de casas, que daban su espalda a donde ellos se encontraban, se podían contar decenas de ventanas, todas cerradas, todas en sombras, menos una, y a través de ese balcón era posible observar todos los secretos que se encontraban dentro, los extraterrestres parados al borde del tejado, casi a punto de caer, miraban endiosados a quien se encontraba en su interior, la habitación se encontraba iluminada por una magna y lujosa lámpara postrada sobre un buró y la luz salía de ahí como un torrente de agua escupido hacia la oscuridad.
Esa ventana enmarcaba perfectamente el cuerpo de una bella mujer, que lentamente dejaba caer sus ropas al suelo, sugestiva permitía ver su tersa piel y sus formas perfectamente redondas, su cara era linda, parecía una niña dentro del cuerpo de una gran mujer, su cabello dorado parecía que chispeaba con el roce de la luz, toda ella era difícil de creer, una silueta que parecía tan cercana y al mismo tiempo inalcanzable, un ser completamente material pero intocable, ni siquiera el frío podía desgarrar su piel.
-Esa chispa de su cuerpo es increíble.
-~Si no lo estuviera viendo Zoniq, diría que es inexistente.
-Mira qué formas tan radiantes, parece ser que ella sola ilumina todo ese lugar.
-Esa Belleza no es otra cosa que un pedazo de sol.
-Tienes razón Zoniq, lo es, y eso me excita.
-~Si Mixplik, yo también me siento excitado.
La luz de la lámpara destacaba la belleza de todo aquello en que posaba su luz, el color de la piel de aquella chica brillaba como el sol, si hubiera salido a la calle desnuda como estaba, todo se habría hecho de día, sus piernas, su pubis, sus pechos y su cabello, formaban la silueta de una fénix dorada, ni en su planeta encontrarían algo más bello y radiante.
Ambos voltearon a verse la cara, ese aspecto de idiotas los delataba, estaban enamorados de su luz.
De repente, todo en aquella habitación se apagó, desapareció en un instante ese amor prisionero, ya no la veían, así que decidieron ir a buscarla y salvarla para siempre. La robarían de este planeta oscuro y se la llevarían al suyo, para amarla en la claridad eterna.
-~Zoniq, prepárate, vamos a ir por ella.
-~Si Mixplik, será sólo para nosotros.
Zoniq corrió a la nave y volvió en un instante, le entregó un brazalete plateado a su amigo y él se quedó con otro, ambos se lo colocaron en la muñeca oprimieron el único botón y poco a poco comenzaron a transformarse, primero en una imagen borrosa, después esta sufrió una implosión, creando de esos seres extraterrestres, dos tenues luces que flotaban en el aire, parecían dos focos de baja intensidad volando hacía el balcón de su amada.
Afuera todo estaba oscuro, ella se encontraba tendida en la cama, desnuda y totalmente despierta, sentía que alguien estaba en la habi­tación, descubrió que se encontraba completamente paralizada, intentó gritar pero no pudo, a los pies de la cama estaban ellos, la observaban dos seres grises con ojos enormes y caras inexpresivas, deseaba que fuera un sueño, pero tenía la impresión de que todo era real, no resistió más y el desmayo fue su salvación.
-¡Rápido Zoniq! Subámosla a la nave.
-Con cuidado Mixplik, no vayamos a estropear su belleza.
- Escapemos de este planeta Zoniq, antes de que la busquen, ya veras que envidia les dará a todos cuando la vean.
Los extraterrestres volaron veloces a su destino, satisfechos y felices, escaparon observando todo el camino al rehén que llevaban consigo.
Abajo, en el pueblo, en la habitación donde habían estado, despertaba de su desmayo la belleza terrestre, la rubia dorada se incorporaba todavía asustada de lo que había vivido, paseaba sus manos a través de su cuerpo desnudo para ver si no la habían dañado, inmediatamente quiso prender la luz pero no lo logró, la magna y lujosa lámpara ya no se encontraba postrada sobre su buró, la habían robado junto con su luz, la habían salvado para siempre de ese oscuro lugar.
Víctor A. Cruz

RECORDANDO A LA AMCyF.


El mundo se acercaba a su fin, los paranoicos milenaristas juraban que sólo quedaban cuatro años para su final, un suspiro más y alcanzaríamos al inexistente año dos mil. Me encontraba cursando un diplomado de literatura en la casa del libro, allí conocí a Blanca Martínez una guapa antropóloga procedente del hermano planeta de Cataluña. Rapidamente me invito a escapar de este aburrido y evidentemente caduco mundo en el que me encontraba estancado. Sin pensarlo, me subi a su nave y seguí su curso, ella representaba para mí, una doble envidia en mi seco y desesperadamente frustrado corazón, esa mujer era lo que en un remoto tiempo, añejo por más, había yo deseado convertirme. Y también ella ya se tornaba como lo que yo apenas simulaba ser. Un escritor.

Blanca era simpática, pero sobre todo inocente, ya que me invitó a su club; una hermandad "frikeante" y bisarrra que rayaba en lo surrealista, una raza de suprahumanos que se alimentaban diariamente de Champagne con galletas de barquillo sabor fresa. Se encontraban todos los elementos de esa cofradía recluidos en el "Orfeo Catalá" un lugar fuera o a lo mejor solamente lejos de cualquier espacio y tiempo, un espacio, tal vez, localizado dentro de la dimensión desconocida.

Arribé a ese lugar cual cosmonauta que se integra a un planeta desconocido, todo el medio ambiente era fascinante y su sociedad era cuasi perfecta, parecía el "Orbis Tertius" que inventó Borges para su libro de -Ficciones- y a "Tlön" representaban, como a cualquier extraño, fuí bien recibido y de inmediato integrado a su civilización; se me educó como es debido en las corrientes filosóficas más importantes de esa sociedad: Isaac Asimov, Ray Bradbury, Harlan Ellison, Philip K. Dick, Huxley, C. Clarke, Boulle, en fin, fuí educado en su inmensa y sabia cultura, cuando creyeron que estaba yo listo, me invitaron a su religión. Me aprendí los nombres más importantes de su sociedad donde todos veneraban a -José Zaidenweber- como a un Dios ya desaparecido; su gobernante, era un tal Salomón Basbas y su camara de representantes estaba formada por nombres como: Aldo Alba y Gerardo Porcayo entre otros; Es evidente que en cualquier mundo por muy avanzado que sea, quien realmente gobierna es la religión y aquí no eran la excepción y en este caso el aparato de dogma era representado por un genial personaje, un gurú de antología, sacado de la peor pesadila de Maimonidez, un protagonista que ni una pluma creativa pudo inventar, definitivamente si no hubiera nacido, no hubiera existido por ningún otro medio, de entre todos los tutores existentes en ese atípico planeta, me tocó el más cotizado, el más inteligente y al mismo tiempo, el más tiernamente perverso, veterinario no practicante y licenciado en letras que amaba profundamente a los cuentos y alocadamente a las mujeres. Su nombre, JORGE CUBRÍA. Crecí bajo sus consejos y me nutrí de él como quien se alimenta del mar.

Pero la existencia de todo ese mundo tenía una intención clara, ofrecer a quien quisiera un poco de su agua del conocimiento, esa sociedad ofrecía a cualquier humano la frontera que se encuentra más allá de la ciencia. Su fin último era la creación de cultura, creaban revistas de ciencia ficción y de fantasía, a ellos debemos publicaciones como la revista de "ASIMOV ciencia ficción en español" y de la revista "GOLIARDOS" y de un infinito número de libros escritos dentro de este género, orgullosamente mexicanos y modernos, abanderados con nombres como: Hector Chavarría, José Luis Zárate, H. Pascal (donde la "H" no dice nada, porque es muda), Gabriel Trujillo muñoz y porque no decirlo, alguien que siempre permaneció al margen, pero constante entre ellos, Paco Igncio Taibo II.

Lo más impresionante (al menos para mí), era el departamento de cultura cinematográfica, se trataba de un santuario donde todos acudíamos con respetuosa religiosidad; "El cine club de ciencia ficción del Orfeo Catalá", fundado ese mismo año de 1996 por Blanca Martínez, Nestor Calvet y Aldo Alba, un lugar que en coordinación con los talleres de lectura y escritura, nos nutría a todos los civiles para la creación de los textos que se integraban a las publicaciones.

Mientras Jorge Cubría me enseñaba a leer y escribir, Víctor Dragón me enseñaba las infinitas posibilidades de la cinematografía, antes de la AMCyF, mi criterio con respecto al cine era muy inmaduro, por no decir estupido, yo creía que si la película en cuestión me entretenía era buena y si me aburría era mala. Ellos me enseñaron que el diálogo del cine no tenía porque darme gusto, me enseñaron a observarlo, a descifrarlo, a comentarlo, desde entonces soy un apasionado del cine y sobre todo de la ciencia ficción.

A la distancia están estas memorias y cada día que pasa, mis recuerdos se tornan como una sublime mariposa onírica que revolotea con ternura por mis añoranzas, de repente y sin la más mínima explicación, salí de ese maravilloso mundo, sin motivos, ni despedidas; Discúlpame Blanca, discúlpame Jorge, pero partí creyendo que volvería, ahora se que ya no puedo volver, porque perdí el mapa estelar que me dictaba la ruta, saludos a Zárate y ojalá siga ganando premios, salud Aldo, a la banda de puebla, a todos felicidades por existir y que la fuerza esté con ustedes, sí, ya sé, odiaban a la guerra de las galaxias porque realmente no es ciencia ficción, porque sólo es un mal intento de Space Opera o si acaso, de ciencia especulativa blanda.

En fin, tengo en un lugar muy especial de mis recuerdos a la Asociación Mexicana de Ciencia ficción y Fantasía. No diré mi nombre, sólo presumo que mi pie tocó ese mundo y que mis letras quedaron plasmadas en sus viejisimos anales y que como cualquier civilización ajena a los mandamientos de la imperativa realidad, nutrió mis sueños y esperanzas de que otros mundos siempre serán posibles.

FORREST J. ACKERMAN.



En un editorial para su revista Isaac Asimov's Science Fic-tion Magazine (marzo-abril de 1978), el famoso escritor afirmaba.- «La ciencia ficción es la rama de la literatura que versa sobre las respuestas del ser humano a los cambios que se producen en la ciencia y la tecnología». Claro que, si en una Convención Mundial de Ciencia Ficción decidiera pedirles a cien participantes elegidos al azar que definieran el género, lo más pro­bable es que obtuviera otras tantas respuestas distintas. Quiere esto decir que la de Asimov no es necesariamen­te la definición definitiva, pero nadie podrá negar que se ha ganado por méritos propios el derecho a decir cuan­to se le pase por la cabeza (e incluso a cambiar de opinión). Yo, desde luego, creo que su definición es un excelente punto de partida, pues sitúa al género en el ámbito adecuado. Así, Frankenstein es ciencia ficción porque habla de un científico que emplea medios tec­nológicos para devolver la vida a un muerto; Drácula no lo es. Drácula es puro terror y emoción que se alimen­tan del miedo que nos inspiran las criaturas de la noche, pero poco tiene que ver con la ciencia.
Dicho esto, debemos admitir que algunas de las me­jores obras del género mezclan la ciencia con el terror y la fantasía para producir un resultado creíble. Si anali­zamos una película como Metrópolis desde la perspec­tiva histórica posterior a la Primera Guerra Mundial, en­contraremos que encierra una advertencia sobre el peli­gro aniquilador de los avances tecnológicos cuando caen en manos de ofuscados tiranos. La gran novela de Orwell, 1984, con sus omnipresentes monitores de vigi­lancia instalados por el gobierno para observar el más mínimo movimiento de todos los ciudadanos, sigue go­zando de una excelente salud mucho después del fatídico año, y se­guirá resultando tan escalofriante como lo fue en la época de su pri­mera publicación, hacia mediados del siglo que ahora concluye. Y lo que convierte a Expediente X en un éxito sin precedentes es el hecho de que convence a los espectadores de la veracidad de cier­tas suposiciones que nadie desearía ver confirmadas, como la ger­minación de larvas asesinas en furúnculos purulentos que siembran el rostro de sus víctimas a consecuencia de una investigación far­macológica aprobada por el gobierno.
Pero no sólo de oscuros dramas y tenebrosas premoniciones vi­ve la ciencia ficción. Al igual que cualquier otro género, tiene derecho a la multiplicidad de enfoques. De hecho, la ciencia ficción puede ser ligera y divertida: las inocentes travesuras de nuestros marcianos y hombres invisibles favoritos nos han proporcionado momentos de gran gozo y entretenimiento. También puede inspirar asombro, como ocurre con el inolvidable paisaje urbano de Una fan­tasía del porvenir, o ensanchar nuestros horizontes mentales, como en E. T. La ciencia ficción puede incluso resultar desternillante y, si no me creen, vean ustedes El jovencito Frankenstein. Sin embargo, a medida que nos acercamos al final de este periplo por la historia de la ciencia ficción, y al final también del siglo xx, se hace evidente que cada vez se escriben menos obras de verdadera calidad dentro del género. Durante la edad de oro de los años treinta y cuarenta, las revistas fueron el caldo de cultivo idó­neo para la germinación de una efervescente actividad creativa que hallaba inspiración en la guerra, las nuevas tecnologías y las nuevas industrias. Algunos meses, llegaban a coincidir en los quioscos diez revistas distintas, y cada una de ellas contenía diez historias o más en sus páginas, lo cual quiere decir que se publicaba un total de cien historias al mes, todas al alcance de la mano, hazaña que Hollywood jamás podría igualar (¡imagínese, mil doscientas pelícu­las nuevas por año!). Sin embargo, en la década de los años cin­cuenta, la ciencia ficción empezó a convertirse en propiedad de Hollywood, y la mayor parte de las grandes revistas del género des
­aparecieron hace ya mucho tiempo. Hoy, los grandes éxitos de la ciencia ficción no nos llegan de la mano de escritores como Kuttner y Moore, Russell o Stapledon, sino de realizadores, directores y pro­ductores como John Carpenter, George Lucas y Steven Spielberg. Su talento es evidente y sus esfuerzos encomiables, pues mantienen al género con vida. No obstante, porque sigo adorando la palabra es­crita -y porque sé que no tendré que convencer a los nuevos fans de la ciencia ficción para que vayan a ver la última película de la saga Star Trek (ya la habrán visto dos veces)- les dejo con este pe­queño consejo: lean a los grandes del género. No sólo a Doyle, Wells o Verne, autores que se enseñan en la escuela y han sido bien llevados al cine, sino también a los menos conocidos. Algunas revis­tas son hoy verdaderas piezas de coleccionista, pero siguen editán­dose buenas antologías de bolsillo. En los estantes de las librerías descansan prodigiosos mundos insospechados que esperan con an­siedad el momento de abalanzarse sobre ustedes al grito de: «¡Te voy a enamorar!».

2001 - ODISEA EN EL ESPACIO.

Hablemos un poco de la ciencia-ficción, ese lujo para el intelecto. La ciencia-ficción comienza como un sub-genero de la literatura fantástica, siendo la literatura fantástica un sub-género de la literatura formal. Todorov nos explica en su libro “Introducción a la literatura fantástica”: es la vacilación que experimenta un ser que sólo conoce las leyes naturales frente a un acontecimiento, en apariencia sobrenatural.> Esto nos hace pensar dos cosas: Lo fantástico es pues un choque entre lo real y lo imaginario, o mejor aun, es la transgresión de la imaginación ante la realidad. ¿Y qué hay de la ciencia-ficción?
La cientificción, la ficción especulativa, la fantaciencia, o bien, la mal llamada ciencia-ficción (según Harlam Ellison), es un género que se sostiene de tramas transgresoras de la razón tal como: Mundos imaginarios, mundos paralelos, viajes en el espacio, viajes en el tiempo o alteraciones del espacio-tiempo, invasiones extraterrestres, utopías, distopías, tele transportación, paradojas y muchos etc; Pero, siempre partiendo de ideas científicas, generalmente tratadas libremente y sin prejuicios, con la intención de crear situaciones provocativas. Entonces, ¿Cuál es la línea que separa a la fantasía de la ciencia-ficción? ¿Qué diferencia hay entre el golem y el monstruo de Frankenstein? ¿Qué diferencia existe entre King-Kong y Godzilla? O ¿Entre un mago y un científico? Aunque el tercer ejemplo parece obvio, los anteriores también lo son; Dentro de lo fantástico, siendo del dominio de lo imaginario puro, todo puede ocurrir, el punto de trasgresión hacia la realidad preestablecida es rotunda. Tanto el golem, como King-Kong y el mago son imposiciones dadas en la lectura o en la pantalla donde el espectador no puede dar una explicación racional a lo que observa y no tiene otra opción más que aceptarlo como algo sobrenatural. La ciencia- ficción no es tan tibia, porque, intenta explicar o dar una causa a dicha transgresión racional, el monstruo de Frankenstein es un experimento genético-científico, Godzilla es resultado de una evolución atómica; ya lo sé, esto suena aun más absurdo, pero por algo se empieza, la ciencia-ficción se fue puliendo a tal grado que alcanzó con sus propuestas, verdades posibles, inquietantes y hasta temibles. Les regalo tres ejemplos: “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury, “Visiones peligrosas” de Harlam Ellison, y “Contacto” de Carl Sagan.
El género cinematográfico de la ciencia-ficción ha logrado colocar en el inconsciente mundial infinidad de películas, adoradas muchas por su calidad o por su propuesta seudo-científica.
-“Metrópolis” (1927), dirigida por Fritz Lang,
-“Ultimátum a la tierra” (1951), dirigida por Robert Wise,
-“La guerra de los mundos” (1953), dirigida por Byron Haskin,
-“20,000 leguas de viaje submarino” (1954), dirigida por Richard Fleischer para Walt Disney,
-“Planeta prohibido” (1956), un clásico dirigido por Fred Mc Leod,
-“La mosca” (1958), dirigida por Kurt Newmann,
-“La maquina del tiempo” (1960), dirigida por George W. Davis,
-“El planeta de los simios” (1967), dirigida por Franklin J. Schaffner.
Todas y cada una de ellas tratando un tema diferente, tales como viajes espaciales, planteando tal vez el significado de la vida, la existencia o no-existencia de un ser supremo.
Pero, de repente llegó una película que abordo todos estos temas al mismo tiempo y no sólo eso, también los planteo a un nivel más intelectual que melodramático, amen del vertiginoso uso de los efectos especiales. Me refiero a la cumbre de la ciencia-ficción en el cine, “2001, Odisea del espacio” (1968), dirigida por un director nacido en Nueva York, en el Bronx, judío, amante del ajedrez y de la fotografía, un hombre que por su “mediocridad intelectual” fue rechazado de los estudios universitarios y tuvo entonces que dedicarse al cine; Stanley Kubrick.
2001, Odisea del espacio, es una película extraña, cautivadora, pero sobre todo difícil. Stanley Kubrick vivió obsesionado con el proyecto durante varios años. Después de su última película “Dr. Insólito” (1963), el director quedó muy interesado de los asuntos relacionados con la carrera espacial. Buscó contacto con Arthur C. Clarke (novelista, astrónomo, físico y matemático), para proponerle un trabajo de guión en conjunto, con la intención de crear una posible película. A partir de un relato corto de Clarke, titulado “El centinela”, Kubrick y el escritor trabajaron por ocho meses sin descanso hasta conseguir el guión de la odisea espacial. Para el rodaje de la película y en un afán de perfeccionismo, Kubrick implicó en el proyecto a ingenieros de la NASA, a técnicos de IBM, y hasta controladores de vuelo de la desaparecida compañía aérea PANAM.
“2001, Odisea del espacio”, se estreno en abril de 1968, siendo probablemente la película más polémica de la historia del cine. Hoy en día nadie se atreve a negar la calidad del filme, sabemos que se trata de una pieza capital dentro de la cinematografía universal y puntualizamos sus virtudes genéricas y argumentativas, aunque, muchas veces no sepamos ni porque lo decimos, aceptémoslo, sólo reproducimos, al hablar de esta obra, lo que leímos en alguna revista especializada. Pero ¿Qué pensaron los críticos, el año en que se proyecto la película por primera vez? Los intelectuales afirmaron que se trataba de una obra grandilocuente, premiosa, hermética y sobre-valorada; una película de puras patrañadas. Woody Allen cuenta en una entrevista; “Cuando vi por primera vez, 2001, no me gusto, me decepciono mucho…” ¿Por qué causó esta mala impresión? Vuelvo a repetirlo, 2001, odisea del espacio, es una película sumamente difícil de seguir, tantas escenas en cierto modo inconexas y sobre todo subjetivas, acaban por cansar. En lo personal, me llevó mucho tiempo digerir esta propuesta cinematográfica, los primeros acercamientos que tuve con la odisea de Kubrick se tornaron infructuosos, siempre me aburría y la abandonaba antes del final; sólo mi orgullo y la fama que le precedía a la obra me obligaban volver a ella, un día por fin la vi completa y poco después sucedió el milagro, me atrapó. Otra vez Woody Allen; “…meses después, al verla por tercera vez (la película), me di cuenta que era realmente sensacional.”
¿Qué es el arte? Aparte de todas las acepciones que nos brinda el diccionario, de esta palabra (puede buscarlas usted mismo), yo creo que la obra de arte, no importa en que género, representa el mensaje que el artista le expresa al observador o interlocutor, por así llamarlo. La pintura, la escultura, o bien, un poema, todos contienen un mensaje, tienen un significado implícito, el trabajo del artista fue crearlo, mientras, que el trabajo del observador es descifrarlo. Dicho arte tiene que ser agudo, ya que su calidad reside en el sentimiento que nos provoca. Cuando leemos un cuento, su mensaje nos tiene que mover; si nos irrita, si nos alegra, si nos indigna, quiere decir que funciona, pero, si al terminarlo sólo podemos exclamar, ¡Bueno, esta bien! O somos insensibles a su mensaje, quiere decir que algo falló en la comunicación, o no entendimos lo que nos dijo, por incultura, o por distracción, o bien, el artista al no saber decir las cosas, no se da cuenta que al decirlo no comunica nada. ¿Cuál es el caso de 2001, odisea del espacio? ¿De verdad es una película hermética? O ¿Simplemente, todavía no estamos a la estatura cultural de una verdadera obra de arte?
Por ahora digamos que la obra no tiene la culpa, mejor culpemos a los interlocutores, tanto Kubrick artista, como, nosotros espectadores del arte, tenemos nuestros pecados. Entre un megalómano y una bola de flojos apáticos nunca habrá comunicación. Como espectadores del arte, no debemos, permitir que ese dialogo visual sea pasivo. Por ejemplo, cuando vemos una película no debemos fijarnos solamente en lo que dice la trama, también, hay que preguntarnos que nos quiere decir en el fondo de su acción, como diría Aristóteles ¿Cuál es su causa final? Tenemos que permitir que entre el filme y el cinéfilo se dé la comunicación, pero no, desinteresadamente, a la obra no hay que creerle lo que nos dice, hay que cuestionarla ¿Por qué nos dice, lo que nos dice?
El buen artista (casi) siempre sabe lo que hace y cuanto le cuesta llevar a buen fin su obra. Sabe a lo que se enfrenta, intuye de donde puede partir; de una idea oscura u obsesiva, de un recuerdo, o porque no, del mero deseo, sabe que el problema de su mensaje se resuelve trabajando en la obra, interrogando su materia de trabajo y así mismo aceptando las propias leyes que esta le impone, todo esto se convierte en una carga emocional que viaja implícita dentro del dialogo, escondida sutilmente dentro de su mensaje intertextual. Por lo tanto, la obra de arte es un mensaje cifrado, que en cierto modo no tiene un solo destino y nosotros, si nos interesa saber que dice, primero la tenemos que descifrar.
La polémica que se cierne sobre 2001, odiseas del espacio, se refiere al significado del argumento, cuya infructuosa búsqueda ha desesperado a innumerables espectadores. Es lógico, parece ser que la película de Kubrick no ofrece ninguna explicación, estas tan sólo se pueden deducir. Esto crea un arco iris de interpretaciones. Aun así, todo esto no es motivo para calificar a la película de mala (alguien diría que tampoco de buena), de cualquier forma no vamos a discutir la calidad de 2001, con respecto a otras, solo la vamos a analizar. Como el filme se torna por completo subjetivo y obviamente esto genera una infinita complejidad; apoyados por el libro del mismo nombre, escrito por Arthur C. Clarke, le daremos un sentido más táctil, para comprender un poco las imágenes.
El guión que escribieron Kubrick y Clarke originalmente fue titulado “Journey beyond the stars” (viaje mas allá de las estrellas). El director, al comparar este escrito con la Odisea de Homero, declaró: <>. Así pues, rebautizaron la obra. ¿Pero por qué la ubican en el año 2001? Recuerdo que Borges habla mucho del número 1001, en referencia al libro “Las 1001 noches de Arabia” o “El libro de las 1001 noches” en donde dice que 1000 en árabe significa lo innombrable y que 1001 evoca al infinito. Un calculo así de vertiginoso no podía menos que seducir a una persona como Kubrick y si advertimos que en 2001 es la fecha que RAI Bradbury sitúa como la colonización del hombre en Marte en sus famosas “crónicas marcianas”, todo indica que esto era como situarse más allá del derrumbamiento de la civilización para observar una vez mas su nuevo renacimiento, el mundo de 2001 esta cerca de la utopía y de la muerte. Así nació “2001, Odisea del espacio” una experiencia no verbal, mas bien visual, donde bajo confesión del director, se intento un filme intensamente subjetivo, que transportara al espectador a un nivel intimo de conciencia; como ocurre con la música, en 2001 el mensaje es el medio.
La Odisea espacial, ¡Claro que no es una película hermética! Al terminar de verla siempre me deja con varias impresiones, por ejemplo: abre una interrogante sobre el origen y la naturaleza de la inteligencia; encierra una reflexión sobre el modesto lugar de la humanidad ante el inabarcable universo o sobre nuestra continua evolución espiritual; y básicamente nos intenta responder las tres preguntas que conforman toda ontología filosófica. ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? Y ¿Hacia dónde voy?

Primera parte – Dan of the man
Todo comienza al ritmo de “Así habló Zaratustra” una composición sostenida por tan sólo tres notas, también conocida como “El enigma del universo” una poesía sonora creada por Richard Strauss. Aparece la acción en la soledad esteparia, casi desértica del África; la cuna de la humanidad, más bien, del hombre. Es en esa escenografía prehistórica donde aparece el hombre-mono, el austrolopitecus, llamado así por el primer ejemplar que fue encontrado en el África austral (polo sur), el hombre en estado bruto, un ser primeramente herbívoro y necesitado de pelear el poco alimento con los otros animales, además, de vivir por debajo de la cadena alimenticia, con la inteligencia suficiente para una organización primaria, en una sociedad también prehistórica de clanes y sumamente territorial. A estas alturas de la película, casi al inicio, comienza la labor pedagógica y filosófica del asunto, en toda la trama, se van creando muchas preguntas, pero, también se nos van a ofrecer muchas respuestas ¿Respuestas a qué? Eso es lo entretenido, a muchas preguntas que nunca nos hemos hecho. Esta parte del filme nos responde, sin pena, a la primera pregunta ontológica que se gesta en todo ser que se precie de ser, humano. ¿De dónde vengo? Con la teoría evolucionista de Darwin encontramos la solución. Charles Darwin convulsionó a la comunidad científica de su tiempo (y aun todavía a la comunidad social nuestra), al desacralizar el origen del hombre, sentando las bases de la teoría evolucionista en su famosa obra “El origen de las especies”, en donde afirma rotundamente que nosotros (los hombres) descendemos directamente del mono. ¡Horror! Descenderá él (dirán muchos) y Stanley Kubrick y todos los que le crean; esta solución a la famosa pregunta “del origen” es un tanto impositiva, pero, cualquier respuesta lo sería. Sin embargo, nos damos cuenta de la paradoja que nos crea esta postura, si somos hijos del mono y a la vez dios es nuestro padre, ¿Quién es Dios? ¿Un mono?
Olvidando éste intrincado sofisma, habría que advertir que ya es hora de alcanzar cierta madures ideológica, no hay que cerrar los sentidos y respondámonos la pregunta “del origen”, pero no, con una respuesta mágica, divina, y hueca. ¿Quién es Dios, para Stanley Kubrick? <>. 2001, propone también, partiendo de la teoría evolucionista la misma progresión que nos ofrece el pensamiento filosófico de Nietzsche, el paso del simio al hombre y luego del hombre al superhombre. ¿Qué es el simio para el hombre? ¿Un escarnio o una vergüenza dolorosa? No sé, pero, eso es lo que debe ser el hombre para el superhombre: el escarnio y la vergüenza dolorosa. Y ¿Qué se tiene que hacer para transitar de un estadio a otro? ¿Cómo comenzamos a ser animales racionales? Los austrolopitecus, dentro de su cotidianeidad viven temerosos de la naturaleza, no se explican tantos fenómenos, en la mirada se les refleja la angustia de su ignorancia. Hasta que un día, al despertar, se encuentra frente a ellos, un monolito con una forma que nunca habían visto, un rectángulo de superficie liza y color oscura. Es “el centinela”, todavía no lo sabemos pero aparecerá en los momentos decisivos de la evolución del hombre. No sabemos qué es o quién es, pero acompañado del tema musical “Así habló Zaratustra”, anuncia el despertar del hombre y la inoculación de conocimiento en su experiencia de vida.
Parece ser que el curioso monolito representa una fuerza cósmica, lo que no queda claro es lo siguiente, ¿Cuál es la función de esa imagen? ¿Nos entrega el conocimiento o sólo está presente para presenciar los pasos evolutivos del hombre? ¿Es una especie de premio a nuestro esfuerzo intelectual o es un chivo expiatorio que va lanzando un registro hacía una entidad espacial dando noticias de nuestros avances tecnológicos? Los austrolopitecus al vivir la experiencia del monolito, quedan tocados por una especie de dedo divino, poco después del suceso descubren la herramienta, por demás rudimentaria, pero al fin y al cabo una herramienta, que rápidamente funge como un arma. Un instrumento que les descubre la cacería y gracias a esto ya no compiten con los demás animales por comida, porque son estos los que representan desde ahora su alimento, el hombre mono acaba de subir muchos eslabones en la cadena alimenticia, se transformó al fin en un animal depredador, aprendió a someter al reino animal, ahora, por qué no, hay que someter al vecino, al enemigo o al que tenga lo que yo quiero, al fin que “saber es poder”. El simio ya tiene el dominio técnico del mundo y las circunstancias le llevan a utilizar ese conocimiento contra otro simio al cual mata. Todo progreso de la especie, nos advierte Kubrick, esta ligado a la satisfacción de los instintos. ¿Eso es conocimiento?
Al observar esta primera parte de la película, notamos esa fuerte influencia del filosofo Friedrich Nietzsche sobre el director Stanley Kubrick, influencia rotunda que camina por toda la trama de 2001; Todas las imágenes de esta parte del filme nos remiten directamente a la obra del filosofo, “La gaya ciencia”, en él capitulo tercero, versículo ciento diez, que habla del origen del conocimiento; Yo los invito a que lo cotejen y decidan cual se parece mas a la otra. Como respuesta a la ultima pregunta que nos elabora él filosofo alemán dice: “La fuerza del conocimiento no radica en su grado de verdad (o justicia) sino en su antigüedad, (en) su incorporación, (en) su carácter como condición de vida”. El director americano nos dice con imágenes, lo que Nietzsche nos aclara con palabras, “El conocimiento se convirtió en una parte de la vida y como tal parte de la vida, en una potencia cada vez mayor, hasta que al fin, el conocimiento y aquel antiguo error fundamental (el instinto) llegaron a chocar mutuamente, pues ambos reunidos formaban la vida, ambos compartían el poder y ambos residían en un mismo hombre”. En ese momento inició nuestra propia odisea intelectual.

Segunda parte – From the earth to the moon.
Históricamente ya sabemos que pasó con el austrolopitecus erectus. Espero que si, porque la segunda parte de la película arranca en el futuro, que paradójicamente, para nosotros ya es pasado. Pero pensemos por un momento que ese hipotético 2001 aun no ha llegado o imaginemos que es en el año 2100, todo esto con el afán de contextualizar las imágenes futuristas que “sí” representan en nuestra mente un porvenir. Bien, nos damos cuenta de ese salto cuántico en la historia del hombre, estábamos observando los balbuceos tecnológicos del simio y de repente nos encontramos inmersos en un viaje espacial. ¿Qué paso? Pues sucede que nos han puesto en un lugar privilegiado, el de la omnisciencia; esa es la verdadera magia del cine, que así como se encarga de ilustrarnos y explicarnos cosas que ya no podemos ver, también intenta mostrarnos cosas que aun no podemos ver, o peor, que ya no podremos ver.
El simio ahora convertido en hombre, ha evolucionado gracias a las herramientas, a la maduración del intelecto y al avance de la tecnología. En esta parte de la película nos respondemos a la pregunta ¿Quién soy? Claro que esta cuestión goza de diferentes respuestas, no sólo, cada cual tiene la suya, sino, además, todas sufrirán una infinita variable según el momento histórico que se vive. En este caso en particular, se propone que la cibernética y las maquinas nos han sustituido en casi todo, en las labores físicas e intelectuales, por lo tanto, nos han deshumanizado, el hombre ha creado al sustituto perfecto del hombre en la cadena evolutiva. David M. Rorvik nos lo explica de la siguiente manera, en su libro “Cuando el hombre se convirtió en maquina”. (as man becomes machine) <>. Se ha preguntado alguna vez, ¿Qué sería de usted? Sin el marcapasos, sin el teléfono celular, sin el reloj, sin el walkman, sin el auto, sin la televisión, sin la lavadora, etc; Arthur C. Clarke no se equivoca cuando afirma con respecto al futuro de la humanidad, que las maquinas dominaran simplemente porque su potencial es mucho más grande que el del hombre. Ya se habrá dado cuenta que esta propuesta ha sido por demás explotada tanto en la literatura, como en el cine, por ejemplo, el libro de cuentos “Yo robot” de Isaac Asimov, “Los androides sueñan con ovejas eléctricas” del escritor Philip K. Dick o las películas, “Terminator” de James Cameron o la trilogía de “Matrix” de los hermanos Wachowski.
Ya de pasada Stanley Kubrick nos muestra con unas imágenes, que me imagino, en su tiempo fueron increíbles, al hombre fuera de su hábitat común, paseándose por el espacio. El ser humano salió del planeta, pero nos damos cuenta que a un costo muy caro, a costa de su vida, la relatividad del tiempo esta en nuestra contra. Los viajes se tornan lentos y aburridos, pero no sólo nos lo dice, nos hace sufrirlos, al grado que contrasta la visión futurista con nuestra realidad tecnológica. El hombre se pasea de la tierra a la luna como si de cualquier cosa se tratara, y es aquí, en el satélite natural, donde se vuelve a hacer evidente el monolito. ¿Qué hace aquí el centinela? Aún seguimos con la duda, no sabemos que es, solamente se aclara que fue enterrado deliberadamente y que fue hace cuatro millones de años. Curiosamente el mismo tiempo que tiene desde que se le vio por última vez en la tierra. ¿Acaso estuvo pacientemente esperando el salto del simio a la luna? O ¿Es una especie de alarma que avisa la llegada del hombre, mandando la señal hacia Júpiter?

Tercera parte – Júpiter mission
Otro ejemplo claro acerca del hombre mecanizado lo encontramos aquí, es el caso de HAL, el protagonista de esta parte de la película. HAL es la supercomputadora responsable del funcionamiento de la nave “Discovery I”; Es lo último en inteligencia artificial, capaz de reproducir las funciones del cerebro humano con mucha más rapidez. Es un robot al que se le han impuesto dos programas contradictorios: No mentir, a los tripulantes de la nave y no revelarles el sentido secreto de la misión espacial. Este conflicto cristaliza en un proceso de estrés informático, obligando a HAL a entrar irremediablemente en una lucha contra el hombre. Su antagonista principal David Bowman, el único que sobrevive de todos los tripulantes a la angustia asesina de HAL, representa al humano abstracto, es el hombre tal y como lo vio Nietzsche, como medio y no como fin. <>.
HAL 9000, es una maquina que se revela contra su misión, presa de la angustia y del miedo a la muerte. Está deseosa de servir pero a la vez quiere dominar, es incapaz de vivir con un conflicto entre lo que es verdad y lo que es mentira. Toda la misión esta en sus manos pero sufre la desventaja de que al ser una maquina, no tiene disculpa para fallar; La maquina es la encargada de controlar el viaje a Júpiter y al mismo tiempo es ella la única en conocer el objetivo fijado por el hombre mismo. Al parecer la supercomputadora se ha equivocado, ha hecho un mal cálculo, ahora espera lo peor, comienza el desorden y en un acto sicótico comienza a vengarse de los que desconfían de ella, hundiéndose en una locura criminal. David Bowman en un intento desesperado de proteger su vida, sentencia a muerte al pobre de HAL; el hombre entra al centro lógico de memoria de la maquina para ejecutarle una lobotomía, esta es una de las secuencias más sobrecogedoras de la obra de Kubrick, donde HAL suplica <>. Y cantando melancólicamente la canción “Daisy, dame la mano, estoy loco por ti” muere poco a poco en una agonía interminable el ordenador paranoico. David Bowman, después de esto, pretende liberarse, poner fin a su asfixia, es así como sale del Discovery hacía el universo, solo, afrontando su destino.
HAL vuelve a demostrar ese doble filo del conocimiento, aunque, ahora comprendimos que las maquinas no se equivocan, lo que en verdad tiene un gran margen de error es la lógica humana (se torna limitada). El hombre se encuentra solo, la maquina ya no le sirve, superó el estado animal por medio de la tecnología y alcanzara el estado de superhombre liberándose de esta misma tecnología.

Cuarta parte – Júpiter and beyond the infinite
Nuevamente aparece el centinela y nos invita una vez mas a dar ese gigante paso a lo desconocido, esta vez, hacía el infinito. Desde una nueva postura y con un intelecto más amplio, al fin estamos preparados para percibir la cuarta dimensión; El monolito aparece sólo para advertir un paso más en la evolución del hombre, tal vez el último, ahora como preludio del nacimiento del superhombre. El titulo que lleva la primera parte de la película, “el amanecer del hombre” es valido para cada uno de los capítulos de la obra. El feto astral, que al final de la película simula un planeta más, vagando por el espacio es el nuevo ser en el umbral que simboliza un alba nueva, es la expresión del eterno retorno. Definitivamente esta parte nos intenta contestar nuestra última pregunta. ¿Hacía dónde vamos? ¿A la génesis del superhombre o hacía la fusión del hombre con el organismo total del universo? ¡Claro! Hacía un nuevo comienzo. Pero ¿Qué diablos es el eterno retorno? Y ¿Quién es el superhombre?
2001, odisea del espacio, es un periplo ante todo lógico, antes que sicológico, nos muestra el nacimiento del hombre (humanidad), su madures y su muerte, ¿Para qué? Solo para observar el renacer, para presenciar su retorno divino, dándonos a creer o a pensar tal vez, que se trata de un periplo que Dios ya cumplió y por lo tanto que alguien cumplió antes que él, ¿Sufrimos esa odisea como humanos, para ser dioses de una nueva generación?
La muerte del hombre es la puerta hacía un nuevo principio; los ojos inmensos del feto astral representan la misma mirada angustiada del simio “moonwatcher” al inicio de la película. Esto es el famoso eterno retorno. Pero vamos por partes, Borges en su libro “Historia de la eternidad”, ya nos advertía, <> y la tesis del eterno retorno la definía así: <>. Pues bien, esta más bien es la síntesis de la tesis, que hizo famosa él filosofo Friedrich Nietzsche. Quien sin empacho, piensa que el eterno retorno tiene que ser la fría ley mecánica – matemática del universo. Claro que da miedo y Nietzsche lo sabía, pero él entiende este pensamiento como una verdad proposicional que se utiliza como un pragmático y autogestivo medio auxiliar para la configuración de la vida. El hecho de que cada momento retorna tiene que conferir al aquí y al ahora la dignidad de lo eterno. Al igual que Kant quien proponía vivir “como si” Dios lo hubiera dictado, también Nietzsche apoya su imperativo a su manera, con el argumento de tener que vivir “como si” cada instante fuera eterno, pues él afirma que sí retorna eternamente.
El conocimiento de esta posibilidad de retorno tiene la intención de conmovernos y de transformarnos, es una especie de paso hacía la superación, hacía la incorporación del hombre con el organismo total del universo. Para dirigirse hacía el más allá de “mí” y de “ti”, ¡Tenemos que sentir cósmicamente! Aunque, pareciera esta una postura mística o panteísta ¡No lo es! Al menos no es así la postura nihilista, para Nietzsche sentir cósmicamente sin duda significa tomar contacto con lo monstruoso que nos envuelve. Cuando él escribe que hay que dejarse poseer por las cosas, se refiere realmente a las cosas, a las frías y completamente muertas; No se ha liberado de un Dios protector para arrastrarse de nuevo y con adulación al seno maternal del todo semejante a Dios. <>. En síntesis apresurada, porque explicar a Nietzsche se torna muy profundo; su tarea se formula como una deshumanización de la naturaleza, para luego buscar, la naturalización del hombre. Es exactamente lo mismo que intenta Stanley Kubrick, se imagina absurdo, tomar al hombre como medida de todas las cosas, ya que se torna insignificante a lado del universo, hace proporcionalmente lo inverso, toma la medida del hombre a través del universo mismo. Con respecto a todo esto Nietzsche deja un mensaje embotellado, flotando en la tempestad del tiempo: <>. Pero, ¿A quién se dirige? ¿Quién es el dueño del mensaje? Posiblemente sea el superhombre.
Zaratustra habla en representación de Nietzsche y de Kubrick cuando dice que el hombre, tal como se da ahora, ha salido del mono y que todavía hay en él demasiados elementos del mono por su excesiva comodidad (liviandad), con una fuerte tendencia a volver al reino de los animales irracionales; El hombre es un ser en transición. Todavía se mueve entre el simio, del que procede y el superhombre, en el cual, quizá llegará a convertirse a través de su desarrollo. Nietzsche a través de su libro “Así hablo Zaratustra” y Stanley Kubrick por medio de su película “2001, odisea espacial” nos comparten la doctrina del eterno retorno de lo mismo. En ambas obras aparece con claridad cuál es la significación peculiar del superhombre; a saber, es el hombre que ha madurado para captar y soportar lo monstruoso de esta doctrina (la del eterno retorno), el superhombre es el hombre que no se rompe ante tal propuesta, que utilizando la expresión de Nietzsche, puede “incorporársela”.
Al igual que Michel Ciment, definimos, ya por último, a esta película, como un drama edípico; en donde el monolito, no sería sólo el símbolo de Dios, sino la autoridad en general, el padre que como niños soñamos con asesinar para ocupar su lugar. El hombre viejo muere y el feto astral le sucede, como en las sociedades primitivas donde el rey debe ser asesinado para que su sucesor ocupe su trono. ¡El hombre ha de morir! ¡Para que viva el superhombre.

Víctor Klux.